La exploración onírica puede ser una simple diversión.

Pero también puede ser la más importante aventura de auto-exploración.

Al fin y al cabo, nuestras experiencias oníricas revelan hasta los aspectos más profundos y escondidos de nosotros mismos.

¿Qué sentido tiene auto-explorar territorios interiores desconocidos?

Obviamente no otro más que encontrar el "vellocino de oro", "el jardín de las Hespérides", el "paraiso", el "reino de los cielos"

Llámalo X.

Me refiero al punto céntrico que podemos intuir en el transfondo de todo ese ruido que llamamos "psiquis".

Un lugar tranquilo, profundo, aparentemente infinito, pacífico, todo abarcante y sobre todo real.

Tal vez no lo deba llamar dios.

Pero sí un espacio-tiempo interior que participa de las características que la humanidad ha atribuido ancestralmente a lo divino.

Digámosle el "Ser".

Porque es lo que ES.

Entonces, para llegar a ese espacio-tiempo hay que abrirse paso a través del ruido (tal vez lo que Jung denominó la "sombra").

Y eliminarlo.

En nuestras experiencias oníricas "el ruido" se materializa en casi infinitos personajes y símbolos.

Cargamos una enorme cantidad de ruido o sombra que, en muchas ocasiones, hace que nuestra vida sea desgraciada.

Gran parte de esa zona oscura está escrita en nuestro código genético.

De nuestros padres adquirimos una gran cantidad de expresiones (verbales, corporales, emocionales...). Curiosamente, hasta donde podemos indagar, arrastramos una buena cantidad de "maneras de ser" de ancestros más remotos (abuelos, bisabuelos, etc...)

No es infrecuente que cuando estamos estudiando alguna de nuestras tendencias las encontremos personificadas en el mundo onírico con la apariencia de un antepasado.

Como ejemplo de formas de ruido o sombra que nos impiden gozar de ese centro de conciencia, punto céntrico o Ser puedo citar todas las formas que adquieren los resentimientos, basados a su vez en formas de orgullo.

Los resentimientos son formas de reaccionar a las experiencias. Son puro "ruido" y van marcando nuestra vida hasta impedirnos cualquier manifestación de esa parte real y objetiva en nosotros.

En suma, nos van volviendo sumamente estúpidos.

Por tanto, va a ser necesario, en el camino del auto-conocimiento, que, en algún momento, tengamos que eliminar a nuestra abuela (por ejemplo). O dedicarnos a incinerar una gran cantidad de periódicos viejos.

El resultado será la obtención de una mayor cantidad de libertad.

Una existencia más real.

Lamentablemente no puedo extenderme mucho más sobre este tema. Es algo que hay que descubrir. Y, por supuesto, nada tiene que ver con vuestras adorables abuelitas de carne y hueso si es que aún teneis el privilegio de contar con ellas en el mundo físico.

En otro aspecto nuestros antepasados son una fuente de inspiración, protección y ayuda.

Así que estoy escribiendo, específicamente, sobre nuestro propio mundo interior o psicologico.

Espero que os sirva de inspiración y os permita avanzar hacia más profundos lugares.

Hasta la próxima.

Pd.- La pintura que ilustra el artículo, titulada "Ancestors" es de Susan Seddon-Boule.